Internacional de los Foros
Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo lacaniano

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« Los tiempos del sujeto del inconsciente »

« El psicoanálisis en su tiempo y el tiempo en el psico »

XII° Encuentro de la IF-EPFCL
5-6 julio 2008
São Paulo - Brazil

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Póster

Presentación

Actualidad, por Colette Soler

Hoy la cuestión del tiempo propio al psicoanálisis nos viene de fuera. El tema nos es traído de nuevo por la actualidad del discurso capitalista, que hace del tiempo un valor mercantil como otro, ligado evidentemente al régimen de los goces contemporáneos.

Hay una gran diferencia en relación tanto con Freud como con Lacan. En los inicios del psicoanálisis fue en el seno de la comunidad de analistas donde la duración de la cura se puso en cuestión y fue objeto de debate. Cuando medio siglo más tarde Lacan quiso hacer del tiempo, no ya un dato inerte del cuadro analítico, sino un dato inherente a la relación de transferencia, manejable en la sesión en este sentido, topó con la ortodoxia de la IPA. El objeto de debate pasó a ser objeto de litigio, pero en el pequeño mundo de los analistas.

Para nosotros la interpelación es redoblada por la del discurso corriente, mucho más poderosa. Los media se han apoderado del tema, que se difunde en lo público y que informa las demandas mismas. Ser escuchado mucho tiempo en cada sesión y curarse deprisa podría ser la nueva exigencia de nuestra época. Lógico: en la medida que hoy el tiempo se compra y se vende, ¿cómo podría el consumidor no querer comprar el goce garantizado de un tiempo de sesión y pedir al analista que le venda un análisis corto?

¿Y cómo analistas que se inscriben bajo el significante del Campo lacaniano, como campo de regulación de los goces, podrían ser sordos a ello continuar indefinidamente dejando decir? En la medida que el debate interno entre la corriente lacaniana y la de la IPA no está cerrado. Y verificamos a diario como esta última, al menos en Francia, para deleitar al espíritu del tiempo, no retrocede en hacer valer como pseudogarantía su sesión larga y de duración fija - y sin más argumentación. Por otro lado ¿no hemos visto aparecer en el Campo lacaniano el tema, no menos demagógico, del psicoanálisis aplicado produciendo finalmente, tras un siglo de vanos esfuerzos, ¡"el análisis breve"! Vemos qué grande es la tentación para las políticas de Perogrullo de echarse en brazos del discurso contrario y, por temor de que el psicoanálisis desaparezca del mercado, contribuir activamente a su dilución en el campo llamado "psi", cuya cota está en alza.

Nuestra cuestión es diferente. Está tomada entre dos escollos, o bien desconocer que hemos cambiado de mundo en algunos decenios e ignorar enormemente "la subjetividad de nuestra época", o bien ceder en la oferta propiamente analítica en nombre de la adaptación realista, cuando se trataría más bien de precisar lo que del tiempo en el psicoanálisis no puede fluctuar en función del espíritu del tiempo.


¿El análisis, por ejemplo, puede no ser siempre largo, puesto que su longitud se mide en relación con una expectativa? Desde la época de los primeros análisis, muy cortos en realidad, algunos meses, o algunas semanas, ya se deploraba su longitud, Freud el primero, sin duda porque el modelo de referencia era la consulta médica.

Otra constatación divertida: los psicoanalistas de diversas obediencias, ellos que generalmente no se ponen de acuerdo en nada, se ponen de acuerdo sin embargo en una duración incomprensible de la cura, y podrían suscribir en lo esencial la frase de Lacan "falta el tiempo" ("faut le temps"). Están obligados en efecto a constatar que todas las tentativas de economizar

sobre la duración, y las ha habido en la historia del psicoanálisis, fracasaron (1).

En cuanto a la duración de la sesión, por el contrario, desde que Lacan tocó este tabú, la lucha causa estragos. No es ya signo de que el analista no se tiene en verdad por responsable de la duración de la cura, mientras que en cuanto al tiempo de la sesión sabe que se trata de una opción, y que debe ser fundada...

¿El inconsciente sería el recurso? Primero habría que responder a la pregunta, lancinante a lo largo de toda la enseñanza de Lacan y siempre retomada hasta el final: ¿el inconsciente qué es? De hecho en sus debates históricos sobre el tiempo los analistas hicieron de ello argumento, pero sin que se impusiera ninguna conclusión, pues se puede decir una cosa y su contrario: que el inconsciente no conoce el tiempo, insistencia indestructible, que se manifiesta sin embargo en una pulsación temporal que le es propia (el tema es freudiano), que sin embargo hace falta tiempo para manifestarse en la sesión (tema postfreudiano) o que al contrario, trabajador nunca en huelga, todo el tiempo es para él pues no conoce los muros de la sesión (tema lacaniano). Resulta que la concepción que uno se hace del inconsciente es solidaria de la del tiempo analítico.


La cuestión abierta por este tema no es simplemente clínica.

Una clínica del tiempo es posible ciertamente, pero a decir verdad ya no hay que hacerla, pues ya ha sido bien balizada por la enseñanza de Lacan. Tiempo del sujeto que "se hystoriza" en tensión entre anticipación y retroacción: tiempo propio a cada estructura clínica, que marca con su sello la temporalidad universal del sujeto y cuya tipicidad es ya el índice de un real, según se historicen o no; "tiempo lógico" de producción de una conclusión a partir "de lo no sabido". Producción cuya duración, incalculable, es propia a cada analizante, lo que hace pensar que por lógico que sea, este tiempo no es "nada más que" lógico, participando más bien de un real que se manifiesta en la "textura" del tiempo.

El punto crucial de nuestro tema hoy está sin embargo en otro lugar, más ético que clínico: ¿qué es lo que un análisis siempre largo puede prometer al hombre con prisa de la civilización? Efectos terapéuticos a veces e incluso a menudo rápidos, de eso no cabe duda, contrariamente a lo que se cree. Pero más allá, "el tiempo que hace falta", según la expresión de Lacan ¿permite producir un nuevo sujeto?

Freud ya planteaba esta pregunta, interrogando en "Análisis terminable e interminable", más allá de lo terapéutico, la posibilidad de un estado del sujeto que sólo se alcanzaría por la cura. Pero se detuvo en ese umbral. No es que desconociera que el análisis produzca sorpresas, pero para él, paradójicamente, no son el signo de lo nuevo, sino al contrario, del reencuentro, del retorno de un pasado infantil. A partir de esto lo que un análisis puede prometer mejor es la reconciliación del sujeto con lo que había rechazado al principio en la represión, o la admisión de lo que no había ni siquiera sido simbolizado y que insistía en la repetición. De ahí la extraordinaria fórmula freudiana en su ironía: llevar la desgracia neurótica a la desgracia banal.

En la opción de Lacan, al contrario, el tiempo es un posible vector de novedad. Es que no puede ser pensado sólo como estructurado por la dimensión simbólico-imaginaria que asegure la inmanencia del pasado en el presente. La cuestión de lo que compromete de real debe ser planteada, aunque disguste a Immanuel Kant, pues antes de toda promesa analítica hay que responder a la pregunta de saber ¿cómo el tiempo real de una cura toca a lo real del parlêtre?

Traducido al castellano por Manel Rebollo

1 Piénsese especialmente en Rank, Ferenczi.

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