Jacques Lacan, Portrait

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El « mistério del cuerpo hablante »

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Roma IF-EPFCL

VI° Encuentro de los Foros
9-12 julio 2010
Roma - Italia

Póster
Folleto
Boletín de inscripción

Programa - 9/07/2010
Programa - 10-11/07/2010


Lugar del encuentro

Calendario

9 julio Encuentro Internacional de la EPFCL
10-11 julio Encuentro de los Foros
12 julio Asamblea de la IF-EPFCL

Preliminares

Izcovich, Luis El cuerpo síntoma
Quinet, Antonio Con lalengua en el cuerpo
Lola López El cuerpo: consistencia del hablanteser
Marc Strauss Variaciones lacanianas
Florencia Farìas El cuerpo de la histérica - El cuerpo femenino
Martine Menès Del cuerpo indiviso al cuerpo hablante.
Dominique Fingermann EL CUERPO AÚN : paseos
Patricia Muñoz El misterio del cuerpo glorioso
IF-EPFCL Heteridad n°8: El « misterio del cuerpo hablante » I

Propuestas de trabajo

Texto

Hoteles

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Presentación

El « mistério del cuerpo hablante »

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«El hombre es una enfermedad mortal del animal.»

Kojève, Introducción a la lectura de Hegel, 2° edición.

El misterio del cuerpo hablante: la expresión, extraída del Seminario Aún, está realmente en el estilo de Lacan: proyecta el resplandor de su cristal lingüístico más acá de sí mismo para rebotar (a) mucho más allá.

El más acá, es en primer lugar el orbe de una cultura que produjo el «misterio de la encarnación» y del verbo que «se hizo carne», pero es también el más acá de su propia enseñanza, reductora de misterio por excelencia. Pues la operatividad que se le reconoce a la palabra, supo hacerla bascular (b) del campo religioso al de la estructura de lenguaje, allí donde el «eso habla» del inconsciente puede dar una respuesta que no sea inefable. ¿Qué mejor lugar que la bella ciudad papal de Roma para volverla a poner en el banquillo?

Más allá, en cambio, lo que se perfila no es una repercusión de esta tesis vuelta ya clásica, sino un nuevo paso de saber, paradójicamente en dirección de un misterio más bien ateo que arranca la palabra a su dimensión religiosa.

.. Pues lo que anuncia la expresión sería más bien una muy singular... biología, que concierne a un real, distinto a éste que ocupa las ciencias de la vida, un real que sin embargo no deja de imponerse a la experiencia y al que solo se puede acercar por el psicoanálisis.

Si existe un misterio, no es aquel de la palabra que se hizo carne, sino el de la carne que habla. Bascula (c) pues. Ciertamente, no lo haría si no hubiera tomado voz del inconsciente como lo destaca Lacan en «El atolondradicho»(1), y en este sentido sus enigmas no son simplemente los de la vida, sino los de esta propiedad de lo vivo que se llama goce, que se distingue de la cuestión de la homeostasis del organismo, que el biólogo ignora esencialmente, a pesar de los estudios sobre el dolor, y del cual el psicoanalista hace su objeto en lo que se refiere a los hablantes.

De la «biología freudiana», como la nombró Lacan, uno podría imaginarse que con su vocabulario de la vida y la muerte, esta tiene más que ver con las preocupaciones de la ciencia biológica tan triunfante hoy, ver la famosa fórmula de Bichat. Este es sin embargo el error que Lacan intentaba denunciar calificándola de... freudiana.

Ni Eros y ni Thanatos son datos de la experiencia, Freud mismo lo formuló así, sus pulsiones de vida y muerte son retoños del campo libre dejado al pensamiento analítico cuando se enfrenta a los enigmas, estos sí muy bien experimentados, de la repetición con lo que implica a la vez de entropía y de insistencia del goce.

Yo digo pensamiento, Lacan, en 1964, dice «mitología» con respecto a la teoría de las pulsiones, y añade que no devuelven al irreal, ya que «es lo real lo que mitifican, según lo que es ordinario en los mitos»(2) - sobreentendido, a falta de alcanzarlo por las vías del lenguaje. Este término de mitología era, creo, una manera de subirle un punto a la dignidad epistémica del ensueño freudiano. Es probable que en la época de Aún más bien habría dicho «elucubración», con el fin de señalar la distancia mantenida al real impensable, esta distancia que el término de misterio inscribe precisamente en la expresión «misterio del cuerpo hablante». En todos los casos, sea mitología o elucubración, eso debería evitar aplicar sin mediación la llamada pulsión de muerte freudiana, aporía conceptual por excelencia, a las constataciones inmediatas de la clínica, y sobre todo confundirla con la simple disposición a la agresión, sea que esté dirigida contra el otro o contra sí.

.. Curiosamente, Lacan más que Freud multiplicó las referencias directas al registro efectivamente biológico, digamos a los enigmas de la vida, Zoé, muy lejos de descuidarlos en nombre de lo simbólico o de confundirlos con Bios. Sobre tres puntos esencialmente: nacimiento, mortalidad y sexo. Es en primer lugar la «prematuración del nacimiento» del que hace la condición real, entendamos vital, de la apertura al lenguaje. Luego la muerte individual en las especies que se reproducen por las vías del sexo y que le parece duplicar del lado biológico la pérdida debida al lenguaje. Finalmente por supuesto la «bisexualidad biológica»(3), macho hembra, bien acentuada por Freud, pero que no hace ni al hombre ni a la mujer, y que impone al discurso producir en los hablantes «dos mitades», como lo dice «El atolondradicho»(4), homólogo a la sex ratio que sostiene la reproducción de la vida - bajo reserva de lo que la ciencia nos promete hoy en cuanto a la reproducción. .. La expresión «misterio del cuerpo hablante» está sin embargo a otro nivel, lo que debería sorprender considerando las tesis lacanianas precedentes, es «misterio» más que cuerpo hablante. Tanto más que la frase entera redobla el acento: «Lo real, diría yo, (...), es el misterio del inconsciente»(5).

Y he aquí este último sustraído al registro de lo Simbólico y transferido al registro del enigma. Esto si que es una novedad.

Se podrían incluir en el programa las elaboraciones sucesivas de Lacan tratando de pensar la toma sobre el cuerpo sustancia del «eso habla» del inconsciente. No datan del Seminario Aún. Seguir, en particular, las definiciones de la pulsión, del síntoma y de la relación sexual. De la pulsión que hace eco al decir de la demanda, y por la cual «hablo con mi cuerpo», que entonces dice a la vez lo que «yo» quiere y en consecuencia lo que le falta. Del síntoma, «acontecimiento de cuerpo» en el encuentro de las palabras con el goce. De la relación sexual que el bla bla [parlotte] convoca sin cesar, pero sin llegar a escribirlo.

Más interesante aún que seguir los pasos sucesivos sería ver lo que se enuncia de radicalmente inédito con esta expresión. Es solidaria de todas las novedades que la rodean en este texto de Aún. Recuerdo algunos acentos: el inconsciente que se descifra es «elucubración», hipotético; lalengua, que no es una estructura, no pasa al lenguaje, al «saber» hablado, sino por la fusión con el goce, según las contingencias individuales. De allí los acentos puestos poco después sobre «el inconsciente real», personificado, encarnado, disyunto del sentido del sujeto, sobre la desvalorización de la verdad, y sobre la promoción del término de hablanteser, sin hablar del sinthome. He aquí seguramente lo que se habrá de desplegar e ilustrar clínicamente, sin dejar de sacar las distintas consecuencias que se refieren, en particular, a los límites de la pretensión de saber, a la posibilidad de la transmisión, al pase al análisis finito y al analista que se requiere.

Colette Soler, 28 de febrero de 2009

Traducción: Patricia Muñoz

a En el texto fr. Rebondir es rebotar, volver a animarse a cobrar actualidad, reaparecer, reanudarse. [NdT].
b En el texto fr. Basculer, se traduce con la palabra bascular que existe en español, pero también se puede traducir por caer, voltear, volcar. [NdT]
c Bascula, ver la anterior nota.
1 J. Lacan, «El atolondradicho», Escansión, ed. Paidós 1984 p. 34.
2 J. Lacan, «Del Trieb de Freud», Escritos 2, ed. Siglo XXI, 1991, p. 832.
3 J. Lacan, «El atolondradicho», Escansión, ed. Paidós 1984, págs. 25 y 32.
4 J. Lacan, «El atolondradicho», Escansión, ed .Paidós 1984, págs. 25 y 32.
5 J. Lacan, Aún, ed. Paidós, 2007, p. 158.

 

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